Bar al que ir tanto para el vermú como para el tardeo como para alguna noche tranquila, ya que se puede hablar aunque tengan la música puesta sin forzar la voz en exceso. Además, ¡engaña! si lo ves lleno arriba, prueba a quedarte en la planta de abajo, una especie de bodega en ladrillo muy acogedora y recomendable para el verano, es fresquica. Montse y su equipo son maravillosos, atienden siempre con una sonrisa y son muy agradables. Para mí es un bar de referencia por la ubicación, el personal, la música (¡vaya temazos!) y el ambiente.