Son unos ridículos, pedí entrar al baño comprando algo y no nos dejaron. A parte con altanería. Eramos un grupo de 15 personas y teniendo el pasaporte covid nos trataron muy mal. Mariela trabajo tu trato con el público.
El lugar muy copado y Clara la camarera muy atenta y divertida.
Le pongo un 1 porque solo por no sentarme en una mesa cuando me iba a pedir una cocoacola no me ha dejado entrar al baño.
He visto un comentario sobre que el bar era un bar fantasma. Bueno, lo mejor es entrar y comprobar que no es cierto. La mesa se pone para controlar el acceso por tema Covid. La dueña piensa en su clientela y restringe el aforo. Pero lo dicho, entra y te llevarás una sorpresa muy agradable tanto en el trato, como en la calidad de sus productos.